El equilibrio del amor

(…) sólo el amor convierte en milagro el barro.

José Martí

Cualquier lugar es preciso para amar. El verbo en sí mismo constituye un hecho de sanación sin importar el cómo o el dónde. El mundo del arte lleno de formas y colores, de hechos y conceptos, de representaciones y abstracciones ha tenido como un clásico de su repertorio al motor impulsor de la vida. Intentar captar ese sentimiento que rompe cualquier regla prestablecida y devora como fiera enjaulada nuestros instintos más primitivos es un sueño palpable en cada mano creadora. Muchas han sido las maneras que los artistas han regalado en nombre del amor pero en esta ocasión me quedaré con un ejemplo que rememora no solo el tema en sí, sino el espacio de acogida: el refugio. Ese lugar donde encontramos protección o amparo en algo o en alguien puede estar a la vista de todos sin darnos cuenta.

En el año 1991 se inauguró junto al conjunto monumental Plaza Mayor General Antonio Maceo y Grajales el complejo cultural Heredia proyectado y dirigido por el arquitecto y paisajista cubano Antonio Quintana Simonetti. Para el logro de ambos proyectos se tuvo que trabajar en equipo así se concibió la plaza y el teatro como un gran conjunto urbano integrado al paisaje. En este proceso Alberto Lescay Merencio y Antonio Quintana se hicieron amigos y de esa amistad nació la creación de un espacio en las áreas del teatro Heredia donde se integra el arte escultórico, la arquitectura y la naturaleza cual triángulo equilátero y maridaje ideal.

En el “jardín del amor” florece el bronce. Tres formas, cual elementos armónicos, tiene este espacio mágico. “La pensadora” ideada por el artista como la contraparte femenina de la icónica obra de Rodin es una alegoría de la razón y la duda. Dos elementos reflexivos y vitales dentro del mundo de los sentimientos desmedidos. El segundo personaje es llamado por su autor como “la primavera” y representa una hermosa mujer en plena flor de la juventud abierta a sus pasiones. La misma se desparrama sobre la piedra cual ninfa juguetona se entrega en las aguas del río a plena luz del día. En un tercer momento tenemos los cuerpos que se funden en una sola carne. Hombre y mujer se entrelazan en los excesos propios del amor; Lescay inmortaliza en bronce el abrazo de los amantes.

El visitante se vuelve voyeur involuntario, al contemplar las figuras enredadas armónicamente entre la naturaleza, gracias al acceso visual que tiene el jardín desde la cafetería. Las curvas sinuosas y sensuales responden a un pedido del propio Tonino Quintana orientado hacia el erotismo y que el escultor supo hilvanar con formas expresivas a partir del concepto del amor. Entonces, ¿por qué no creer que tenemos semilla, flor y fruto? La trinidad del eros se encuentra en la fraternidad del metal: La duda, la pasión y la entrega.

En 1992, un año después de inaugurado el jardín del amor, el cineasta Eliseo Subiela estrena la inolvidable cinta El lado Oscuro del Corazón. Con un poético guion escrito entre otros por Mario Benedetti indica como de complicado es el amor. En diálogo bizarro lanza a la cara del espectador las  interrogantes de cómo amar sin poseer o cómo dejar que te quieran sin que te falte el aire. Porque de eso se trata, es emocionante volver a estas obras que nos dejan sin aliento, arañan la piedra y rompen con la solemnidad del material eterno. Hágase el verso y viva la metamorfosis del amor.

Por: Maciel Reyes Aguilera. Especialista de la Fundación Caguayo

Fotografía: Fiorella Franco Duany

En mi jardín hay rosas:
Yo no te quiero dar
las rosas que mañana…
Mañana no tendrás.
Dulce María Loynaz
Me prosternó a tus plantas el desvío
y entre tus piernas de marmórea piedra,
entretejí con besos una hiedra
que fue subiendo al capitel sombrío.
Rubén Martínez Villena
¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
Por decirte: “mi vida”
Y que los truenos nos humillen
Y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo ganas locas de mirarte al fondo
Y hallar velos
Y humo,
Que, al fin, parece en llama.
Carilda Oliver Labra

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