Estaciones

“Estaciones”
Magia, fuego, amor e historia son huellas ineludibles en la obra del maestro Lescay. No existe una fuerza más telúrica que la de sus lienzos mordidos por ingredientes de la vida cotidiana. Ninguna expresión artística de las que trabaja ha sido ajena a las peripecias del arte asaz retador, contemporáneo y libre. Quizás por ello no podemos ver su decursar por períodos atrapados en fechas, al contrario, sale de su tiempo primigenio y evoluciona.
Los enigmas de las caballas acompañan cada recorrido del habitual camino de la creación. La sutileza de la escultura en mediano y pequeño formato muestra la destreza y el carisma del escultor monumental y hombre apasionado. Nada detiene al amante de la gran natura de Cuba. Al decir de Lisandro Otero, Premio Nacional de Literatura 2002, “los volúmenes y el color en las obras de Alberto Lescay son una síntesis de la vida cubana”. ¿Existe un placer más expedito que observar estaciones de su creación en un mismo espacio expositivo? Disfrutemos del voyeurismo diletante que provoca su mundo creativo.
Las lágrimas del paisaje interior de Alberto nos dan la bienvenida a ciclos de su historia artística. Transitamos por dos salas donde predomina la gestualidad irreverente, el dibujo acertado y la escultura que trasmuta a dos caras, como moneda subrepticia del arte. La parada obligatoria lleva al visitante ante piezas de lo más enjundioso de la pintura mágico-religiosa del artista a partir de la década de los ochenta. Momentos brillantes de su incursión perspicaz junto al intelectual Joel James en los ritos de la variante cubana del vodú.
Hacemos un alto en el camino y llegamos al eros. El sitio nombrado por muchos y refugio violento del creador de Paisaje (2017). Fresco, cálido, húmedo, los cuerpos desnudos dan la espalda en el claro de un bosque tropical donde se aman con la intensidad de la Primavera (1991). La misma intensidad que muestra todos los colores de la pasión desmedida donde hacen Nido (2022) mientras ellos se miran. Viene todo a seducir con las curvas de la hembra amparada detrás de cada Caballa (2003). ¡Gracias a las sílfides! Alimento del fauno taciturno.
El último oasis es un remanso de paz familiar, de recuerdos y de honores para la luz del ángel que lo acompaña siempre: Mera. Como creo en los guiños de la historia puedo decir que Vivaldi atrapó la magia y la variedad de las estaciones del año en una de sus obras cumbres. Alberto Lescay una vez más nos muestra su habilidad como artista visual y el gran amor por la creación.
